domingo, 5 de agosto de 2018

Libro primero - Gran ética


La siguiente exposición es sobre el libro primero de Gran ética de Aristóteles. Hay tres hechos importantes a comentar antes con respecto al conjunto de todo el libro:

1) Todavía hoy no se tiene muy claro si la autoría del libro realmente es de Aristóteles, sólo se tiene como cierto que pertenece a la línea de pensamiento aristotélica (en cualquier caso a la hora de comentar nos referiremos al autor como Aristóteles);

2) Presenta algunas contradicciones con respecto a ética nicomáquea;

3) Es una obra inconclusa


El primer libro de la obra que es el que comentaremos se estructura en 34 capítulos y el tema de apertura es sobre la posición de la ética con respecto a las demás ciencias.

Aristóteles aquí destaca tres desarrollos del estudio de la ética, uno a través de Pitágoras, el cual es rechazado debido a su actitud de querer acomodar la ética a los números, otro a través de Sócrates, el cual también es rechazado, pues, aunque su estudio de la ética es mucho más extenso, cae en el error de elevar la virtud a la categoría de ciencia. Esto no es posible «puesto que todas las ciencias suponen un principio racional: y esto es fruto tan sólo de la parte intelectual del alma. Con lo cual resulta necesario que todas las virtudes se hallen en la parte racional del alma. Así pues, ocurre que el que supone que las virtudes son ciencias elimina la parte irracional del alma: y haciendo esto, destruye el sentimiento y la pasión, igual que el carácter moral» (1). Finalmente, Platón resuelve el error de su maestro al separar el alma en una parte racional y otra irracional, cada cual con sus virtudes propias, pese a ello, yerra «puesto que mezcló la virtud con el tratado del bien en sí» (2). Para Aristóteles, virtud y bien son dos conceptos distintos e inmiscibles: la virtud es una cualidad de una determinada parte del alma; el bien sin embargo no es uno y simple, es algo, algo que se encuentra en todas las categorías.

Resulta importante tener esto claro ya que es la puerta de entrada a todo lo que viene después.

Siguiendo en la línea de que hay distintos de bienes, establece que hay bienes merecedores de honor (como pueda ser la inteligencia), bienes merecedores de alabanza (como pueda ser los referentes a las virtudes) y bienes potenciales (aquellos de los que un hombre bueno puede hacer buen uso y un hombre malo mal uso). 

En tanto se explican los distintos tipos de bienes, se procede a versar sobre las distintas partes del Alma. Según Aristóteles consta de dos partes: una racional (donde se encuentra la prudencia, la astucia, la sabiduría, la educabilidad, la memoria, etc.) y una parte irracional (donde se encuentra la templanza, la justicia, la fortaleza, etc.). Luego hace una anotación muy interesante: las virtudes irracionales no son innatas sino que se logran mediante el hábito: uno puede conocer lo que es justo, pero esto no lo hace justo, para ser justo es necesario habituar a serlo (En el capítulo XIX, Aristóteles menciona que el fin de la virtud es lo bello y lo noble, esto hace que la virtud sea una actividad y no una posesión y fin en sí mismo).

Explicado los distintos tipos de bienes y las distintas partes del Alma, Aristóteles conviene en que la virtud está en el término medio: «La recta disposición del alma tiende a la moderación en los sentimientos. Aunque algunos sentimientos son, en sí mismos, viciosos» (3). Lo cual es uno de los ejes centrales.

Luego, no solamente para que un acto sea recto debe estar encasillado en el término medio, debe cumplir con:

1) «La voluntad humana es la causa de la acción» (4): Todo principio de una buena o mala acción son actos de voluntad humana, es decir, está en nuestro poder el ser buenos o malos;

2) A raíz de esto se deduce que no puede haber un impulso espontáneo en un acto virtuoso o punible. Al ser un acto de voluntad humana, tiene que venir dado por la Razón.

Por tanto, un acto realizado de manera involuntaria no puede ser motivo de elogio o punible por la Ley: «cuando la ignorancia es la causa de una acción, el agente obra involuntariamente y es por ello inocente; excepto en el caso en que él mismo sea la causa de su propia ignorancia» (5).

Finalmente, para terminar el primer Libro, Aristóteles realiza una disertación sobre la Justicia, establece que hay dos tipos de justicia: a) Justicia legal (porque los hombres dicen que lo que prescribe la ley es justo) (6) y; Justicia social (donde se centra), que es la relativa a la vida social y que manteniendo el principio de que “la recta disposición del alma tiende a la moderación”, «la justicia social puede definirse como una igualdad» (7).



(1) Aristóteles, (1984), Gran ética, España, SARPE – pág. 27
(2) Íbidem – pág. 28
(3) Íbidem – pág. 48
(4) Íbidem – pág. 54
(5) Íbidem – pág. 98
(6) Íbidem – pág. 90
(7) Íbidem – pág. 91
 


lunes, 25 de junio de 2018

Critón (o del deber):


En «Apología de Sócrates», texto que narra el juicio de éste, su discurso sobre su inocencia, etc., acaba resultando culpable por decisión de la mayoría y condenado a morir. Pese a esto, es encarcelado ya que durante la celebración al Dios Apolo no se podía ejecutar a nadie en la ciudad. Critón, un amigo bastante adinerado de Sócrates, aprovechando la coyuntura, lo visita en la cárcel y le ofrece huida hacia algún lugar seguro, proponiéndole de ser necesario, su casa.

Escrito en forma de diálogos, se inicia con Critón y Sócrates. Critón le hace la propuesta a Sócrates y este la rechaza; fiel defensor de lo Justo, Sócrates expone que lo correcto es que si uno considera que una Ley es injusta, debe tratar de modificarla, mas nunca violentarla. En ese momento se inicia un diálogo entre Sócrates y las leyes.

Para los atenienses las leyes son la base de la democracia. Las leyes exponen primero que su existencia permite que el padre despose a la madre y se engendre un hijo como ciudadano libre y con derechos, criado y educado, luego que lo que el individuo considera justo no puede anteponerse a lo que las leyes consideran justo, pues el primer deber es con la Patria. Quien incumple las leyes es tres veces injusto «porque le hemos dado la vida, y no nos obedece, porque lo hemos criado y se ha comprometido a obedecernos, y no nos obedece ni procura persuadirnos si no hacemos bien alguna cosa. Nosotras proponemos hacer lo que ordenamos y no lo imponemos violentamente, sino que permitimos una opción entre dos, persuadirnos u obedecernos; y el que no obedece no cumple ninguna de las dos.» (1)

De segundo, las leyes exponen que Sócrates llevaba toda su vida viviendo en Atenas y que por tanto aceptaba sus leyes, entonces, ¿qué le hacía ahora violentarlas cuando bien pudo solicitar el destierro en su juicio para evitar la pena de muerte o bien pudo haberse ido a vivir a cualquier otro lugar hace mucho? Si huía estaba siendo incoherente consigo mismo e injusto con los demás ya que iba contra las leyes.

Con lo expuesto, Sócrates consigue convencer a su amigo Critón de la justicia de las leyes y que violentarlas era obrar injustamente.

El texto filosóficamente hablando constituye una defensa de la Ley.

(1): Platón – Critón, Ed. Gredos. Pág. 43

martes, 17 de abril de 2018



Aunque Karl Marx escribió en la crítica del Derecho de Hegel «La religión es el opio del pueblo» no se puede hacer una interpretación mecanicista de este aserto. La dialéctica nos enseña que existen unidades de contrarios. Las circunstancias objetivas en que se desarrolla «la religión es el opio del pueblo» es en la superación de la filosofía clásica alemana. No podemos ni debemos hacer uso de esta expresión para atacar los sentimientos religiosos de las personas. Bien durante el desarrollo y construcción del socialismo Stalin escribió: «La cuestión de las creencias religiosas debe tratarse con mucho cuidado, pues los sentimientos religiosos del pueblo no deben ser ofendidos. Estos sentimientos han sido cultivados durante siglos y gran paciencia se requiere en esta cuestión, ya que la tolerancia a estas creencias es importante para la cohesión y unidad del pueblo». 

Volviendo a la cuestión de la unidad de contrarios. La religión tiene un doble carácter: un carácter alienante cuando se usa como justificación y defensa de la propiedad privada y un carácter desalienante, emancipador, cuando se propugna como guía espiritual de los pobres hacia su liberación de las cadenas y la imposición de la igualdad entre los hombres.

En San Marcos 10.25 podemos leer: «Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios».

En San Mateo 10.28: «Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno».

En la situación presente debemos recuperar el cristianismo para nosotros, el pueblo, y alejarlo de las concepciones alienantes pequeñoburguesas. Debe servir como guía espiritual para la emancipación del hombre, no como justificación de la opresión del rico.

miércoles, 31 de enero de 2018


La experiencia histórica nos enseña que el hombre nuevo se forja en tanto: 1) Las grandes masas explotadas se reconocen a sí mismas como los explotados, como los sin nada, como aquellos mandados a cumplir la tarea histórica inmediata de abolir los antagonismos de clase eliminando a la burguesía, en concreto: el proletariado, en conjunto los obreros y campesinos; 2) La lucha de clases, la guerra: las masas explotadas alimentan su moral y conciencia desalienándose contra sus explotadores mediante la violencia y la insurrección: «El proceso de las batallas de clases es la gran escuela en que la conciencia revolucionaria del pueblo crece no por días sino por horas». (Joseph Stalin) y; 3) Existen las condiciones materiales para la reproducción de este: el hombre nuevo no puede nacer en las condiciones existentes del sistema socioeconómico capitalista.

En el momento presente se pretende retransformar al ser humano mediante los locales alternativos, los "espacios anticapitalistas" y otros tantos fenómenos de la posmodernidad que no hacen más que adaptarse a las condiciones actuales y fluctuan. Estos lugares jamás podrán reproducir o crear hombre nuevo alguno ya que no rompen con el orden socioeconómico vigente, que no es cuestión de una cuadra sino estatal. ¡Ya lo dijo Lenin! «Salvo el poder todo es ilusión». Si pretendemos educar a las masas y construir al hombre nuevo entre nuestras tareas inmediatas está la reconstitución de los Partidos Comunistas en cada país y su adhesión al marxismo-leninismo-maoísmo como tercera etapa y desarrollo del marxismo, constituirse como Partidos de combate y luchar para la construcción de "Bases de apoyo" y así desarrollar la Guerra Popular rumbo al comunismo.